Se dice que la cantidad de información científica generada en los laboratorios, observatorios y estudios del mundo se dobla cada década, de modo que el número de publicaciones científicas publicadas en esta última década iguala al número total publicado en todos los años precedentes.
Seguramente esta creciente inflación informativa no puede continuar con carácter indefinido, o ni siquiera durante mucho tiempo, sin descomponer el proceso al que tendría que servir. La Ciencia se podría ver frenada por falta de información y no porque no existan los conocimientos precisos, sino porque se ven irremediablemente perdidos en un maremágnum de otras informaciones triviales.
Si la humanidad desea seguir progresando en sus conocimientos, tendrán que producirse nuevas y profundas transformaciones en el tratamiento de la información.
Las máquinas están empezando a ofrecer soluciones a estos probelmas. El hombre solo ya no podrá abarcar esta cantidad inverosímil de informaciones (más de tres millones y medio de documentos científicos y técnicos publicados cada año en el mundo) más que con ayuda de las computadoras.
La enorme cantidad de información científica y técnica que se produce año con año, supone un riesgo que empieza a causar estragos en nuestra sociedad, ante la incapacidad de poder verificar cada uno de los nuevos conocimientos, los publicistas saben que dar un sentido científico y/o técnico a un producto representa credibilidad y asegura la complacencia del consumidor, de esta manera de unos años a las fechas los productos comerciales se han visto rodeados de una parafernalia pseudocientífica, a los jabones ahora se les presenta como "dermolimpiadores", los detergentes contienen productos "bioactivos", solo por poner unos ejemplos. Si carecemos de una formación científica básica nos volvemos presa fácil del mercado.
Todavía peor, hay quienes se arman de un discurso lleno de términos y recursos de pseudodialéctica y se dedican a embaucar a ingenuos, divulgando pseudociencias que van ganando cada vez más adeptos, que ni siquiera alcanzan a distinguir las bases de su conocimiento, construido en castillos de naipes.
Para contrarestar esta dinámica, ahora que se impulsa con tanto entusiasmo la construcción de las sociedades del conocimiento debemos prestar atención al compromiso que ello representa a todos niveles, autoridades bien informadas, que basan sus decisiones en base a conocimientos objetivos, consultas a expertos, etc.; investigadores comprometidos en aprovechar al máximo las nuevas herramientas para la socialización de su labor, más allá de su compromiso institucional, en un ejercicio coherente con su ética como científicos; una sociedad que demande mejores y mayores recursos para formarse, alternativas para certificar sus conocimientos, etc.
Este ítem se elaboró utilizando información del texto: "Civilización tecnológica e información: el periodismo cinetífico, misiones y objetivos" de Manuel Calvo Hernando, editorial mitre, España 1982.
Seguramente esta creciente inflación informativa no puede continuar con carácter indefinido, o ni siquiera durante mucho tiempo, sin descomponer el proceso al que tendría que servir. La Ciencia se podría ver frenada por falta de información y no porque no existan los conocimientos precisos, sino porque se ven irremediablemente perdidos en un maremágnum de otras informaciones triviales.
Si la humanidad desea seguir progresando en sus conocimientos, tendrán que producirse nuevas y profundas transformaciones en el tratamiento de la información.
Las máquinas están empezando a ofrecer soluciones a estos probelmas. El hombre solo ya no podrá abarcar esta cantidad inverosímil de informaciones (más de tres millones y medio de documentos científicos y técnicos publicados cada año en el mundo) más que con ayuda de las computadoras.
La enorme cantidad de información científica y técnica que se produce año con año, supone un riesgo que empieza a causar estragos en nuestra sociedad, ante la incapacidad de poder verificar cada uno de los nuevos conocimientos, los publicistas saben que dar un sentido científico y/o técnico a un producto representa credibilidad y asegura la complacencia del consumidor, de esta manera de unos años a las fechas los productos comerciales se han visto rodeados de una parafernalia pseudocientífica, a los jabones ahora se les presenta como "dermolimpiadores", los detergentes contienen productos "bioactivos", solo por poner unos ejemplos. Si carecemos de una formación científica básica nos volvemos presa fácil del mercado.
Todavía peor, hay quienes se arman de un discurso lleno de términos y recursos de pseudodialéctica y se dedican a embaucar a ingenuos, divulgando pseudociencias que van ganando cada vez más adeptos, que ni siquiera alcanzan a distinguir las bases de su conocimiento, construido en castillos de naipes.
Para contrarestar esta dinámica, ahora que se impulsa con tanto entusiasmo la construcción de las sociedades del conocimiento debemos prestar atención al compromiso que ello representa a todos niveles, autoridades bien informadas, que basan sus decisiones en base a conocimientos objetivos, consultas a expertos, etc.; investigadores comprometidos en aprovechar al máximo las nuevas herramientas para la socialización de su labor, más allá de su compromiso institucional, en un ejercicio coherente con su ética como científicos; una sociedad que demande mejores y mayores recursos para formarse, alternativas para certificar sus conocimientos, etc.
Este ítem se elaboró utilizando información del texto: "Civilización tecnológica e información: el periodismo cinetífico, misiones y objetivos" de Manuel Calvo Hernando, editorial mitre, España 1982.
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