ALIMENTOS TRANSGÉNICOS

Neftaly de J. Cruz Mireles. Universidad Veracruzana.
Facultad de Biología – Xalapa.

En los últimos años, se han desarrollado técnicas que han permitido abordar el análisis y la manipulación del DNA en una forma inimaginable. Este conjunto de técnicas se conoce como “Tecnología del DNA recombinante” ó “Ingeniería Genética”. Entre otras cosas, esta ciencia permite la extracción de DNA perteneciente a un taxón biológico e introducirlo en otro; por ejemplo, en la naturaleza un pez y un tomate no pueden cruzarse, pero en el laboratorio es posible extraer genes de peces e introducirlos en plantas de tomate creando un organismo completamente nuevo. Una de las aportaciones de esta disciplina científica a la humanidad son los “Organismos Genéticamente Modificados” (OGM) ó “transgénicos”.

Desde la década de 1980, se convirtió en realidad la idea de introducir genes en animales y plantas. Un animal o planta que incorpora información genética nueva, por el agregado de DNA extraño, se denomina “transgénico” y el gen incorporado se denomina “transgén”. Los alimentos transgénicos son aquellos que fueron producidos a partir de estos organismos modificados genéticamente. En la actualidad, tienen mayor presencia los alimentos procedentes de plantas transgénicas como el maíz, la soya o la cebada.

La mejora de especies usadas en la alimentación se ha realizado desde tiempos antiguos. Existen datos de que ya en el 12,000 y 4,000 a. C. se realizaban mejoras genéticas en plantas; sin embargo, esto se hacía indirectamente mediante cruzamientos dirigidos entre las plantas a mejorar. Esto es lo que se conoce como mejoramiento genético clásico o tradicional.

Entre los beneficios más mencionados de los alimentos transgénicos son: la introducción de características de calidad nuevas (por ejemplo, tomates o mazorcas de elote de mayor tamaño); el uso de estos alimentos en la nutrición y en la salud (por ejemplo, con la inclusión de vitaminas o vacunas en los alimentos) y; la resistencia de los cultivos a plagas, lo que disminuye pérdidas de producción y el uso de insecticidas. De esta manera, los costos de producción de un cultivo transgénico son muy bajos, la calidad de los productos es mayor y el impacto ambiental por el empleo de agroquímicos es menor.

No obstante, hasta ahora no existe ningún estudio contundente que afirme que el consumo de alimentos transgénicos no afecte la salud humana a largo plazo. Lo que sí es claro, es que los sembradíos de transgénicos en la naturaleza pueden cruzarse con especies autóctonas de plantas, lo que podría ocasionar la pérdida de éstas y el surgimiento de nuevas especies con características desconocidas.

La polémica por el consumo de alimentos transgénicos aun continúa. Sin embargo, es una realidad que se encuentran en nuestra ingesta diaria de alimentos. Urge en nuestro país la existencia de un marco legal que regule la producción de Organismos Genéticamente Modificados, esto para aprovechar sus beneficios y evitar al máximo sus riesgos.